
El objetivo de la neurociencia es comprender cómo funciona el sistema nervioso para producir y regular emociones, pensamientos, conductas y funciones corporales básicas, incluidas la respiración y mantener el latido del corazón. Los neurocientíficos estudian el sistema nervioso en muchos niveles diferentes. Actualmente se dictan distintos cursos y capacitaciones en torno a este campo para que sea aplicado a distintos ámbitos como pueden ser el deporte, educación y salud, entre otros.
En tal sentido, en los últimos años se han promovido un centenar de materiales que abordan este tópico. Por ejemplo, Charles Duhigg, periodista y autor estadounidense del libro “El poder de los hábitos” o James Clear, autor del libro “Hábitos atómicos”, una de las guías más consultadas para la formación de hábitos y el desarrollo personal.
Para conocer más en torno al mundo de la neurociencia, Noticias Argentinas.net entrevistó a Pablo Lazatti: abogado, docente en la Universidad Nacional de La Plata y especialista en neurociencia aplicada en el ámbito deportivo y pedagógico.
Relación con la disciplina
“Vivimos en una era en la que los cambios se suceden con la inmediatez de un parpadeo: lo que antes tardaba años en consolidarse, hoy ocurre en un suspiro. Esta vertiginosa aceleración no solo aumenta la incertidumbre y la ansiedad, sino que también desafía los paradigmas establecidos. En el ámbito de la docencia universitaria hoy vemos entrelazarse la tradición con la innovación y se percibe cierta tensión entre los actores del proceso de enseñanza y el de aprendizaje. Con 27 años de experiencia en el aula, es un desafío permanente intentar reinventarse. He sido testigo de cómo, en los últimos 15 años, las exigencias del entorno han impulsado un replanteamiento de métodos y estrategias como jamás hubiésemos imaginado”, introdujo.
Asimismo, explicó: “Soy del segmento etario denominado ´mutantes tecnológicos´, aquellos que, nacidos en un mundo analógico, transicionamos a uno totalmente diferente: el digital y, en ese camino, descubrí una fascinación que hoy se traduce en una profunda inquietud por entender cómo aprende el cerebro y cómo podemos aprovechar ese conocimiento en la enseñanza”.
Sobre su relación con esta disciplina contó: “Mi interés por la neurociencia surgió de la mano de mis prácticas docentes al notar que el modelo de clase magistral, tan tradicional en nuestro sistema educativo, no lograba captar la atención ni fomentar el aprendizaje profundo y significativo de los asistentes al aula. Por ello comencé a preguntarme: ¿Por qué no estimular el cerebro de una manera más natural, aprovechando su plasticidad y capacidad para responder a eventos novedosos?”.
“Esta inquietud me llevó a explorar cómo las dinámicas de juego y la gamificación podían activar circuitos neuronales relacionados con la motivación, la atención y la memoria. Para especializarme en temas de neurociencias, realicé una maestría y varios diplomados. Participé en seminarios y talleres dedicados a explorar los puntos en común entre el aprendizaje, las emociones y el funcionamiento cerebral”, continuó.
No solo la neurociencia aplicada a la docencia es lo que llevó a cabo Lazatti, sino también su aplicación en el fútbol. Al respecto, expresó que “cuando comencé mis estudios en la Escuela de Técnicos de Fútbol, Adolfo Pedernera, de La Plata, me percaté de que el rendimiento en el campo no dependía únicamente de la técnica o la condición física, sino que estaba íntimamente ligado a procesos cerebrales como la toma de decisiones, la atención y la gestión emocional. Esa experiencia me impulsó a adentrarme en el estudio de las neurociencias aplicadas al fútbol, descubriendo cómo la plasticidad y la dinámica sináptica del cerebro pueden marcar la diferencia en el rendimiento deportivo”.
Siguiendo con su experiencia compartió: “Se consolida el aprendizaje a través de la experiencia: tanto en el campo de juego como en el aula, la práctica constante acompañada de una buena retroalimentación -a veces ácida, a veces dulce- son esenciales para crecer. Cada error, ya sea un gol en contra o una respuesta equivocada en clase, se transforma en una oportunidad para ajustar la estrategia y fortalecer nuestras conexiones neuronales. Es el arte de aprender, donde incluso los fallos tienen su mérito y nos hacen más resilientes”.
Información general
Para ahondar en cuestiones de interés general, al brindar información en torno a la neurociencia aplicada al ámbito docente, informó: “La integración de la neurociencia y la gamificación se traduce en diseñar clases y actividades que no repliquen de forma automática la transmisión de la información. La enseñanza hoy debe apoyarse en tres pilares fundamentales: 1- el saber (información), 2- el saber hacer (utilización correcta de la información) y 3- el saber ser (desarrollo del pensamiento crítico para mejorar e innovar sobre esa información). Esto provoca y estimula la participación activa y el aprendizaje experiencial”.
“Por ejemplo, preparo dinámicas en las que los estudiantes asumen roles o participan en simulaciones que involucran la toma de decisiones y, con ello, el pensamiento crítico. El hacer y el ser -frente a los aciertos y las correcciones- facilitan la activación del sistema de recompensa del cerebro para favorecer la liberación de dopamina, ese neurotransmisor clave en la motivación y la consolidación de la memoria y la duración de los recuerdos”, ejemplificó.
Como último ítem de este punto informó: “Utilizo herramientas digitales interactivas de aprendizaje para crear entornos de aprendizaje colaborativo donde el error se ve como una oportunidad para aprender, no como una falla. Es como sembrar un jardín: el juego actúa como un fertilizante que estimula la formación de nuevas conexiones neuronales (sinapsis), haciendo que el aprendizaje sea algo orgánico, dinámico y, sobre todo, divertido”.
Cierre
Finalmente, al abordar el crecimiento de esta disciplina opinó: “Ha comenzado a ganar visibilidad en nuestro país, pero aún queda un largo camino por recorrer para que se reconozca -plenamente- su potencial en ámbitos como la educación y la salud. Aunque han surgido centros de investigación y algunas iniciativas innovadoras, en muchos contextos sigue siendo un tema relegado y sus aplicaciones prácticas pasan, en ocasiones, desapercibidas”.
“En el contexto del fútbol, la neurociencia nos está ayudando a entender que el rendimiento en el campo no depende solo de la condición física o la táctica, sino también de cómo los jugadores gestionan el estrés, la presión y las emociones. Durante años, se pensó que bastaba con entrenar el cuerpo, pero ahora sabemos que el ´entrenamiento mental´ es tan crucial como el físico”, consideró.
Finalmente, realizó una valoración de los pro y contras que se vivencian en el sector. De tal forma, manifestó: “Es alentador ver que cada vez hay más interés en comprender cómo funciona el cerebro y en aplicar ese conocimiento para mejorar procesos de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, para que esta disciplina tenga un impacto real y transformador, es necesario incrementar la inversión en investigación”.
“Además, las políticas educativas deben reconocer la importancia de integrar la neurociencia en el diseño de estrategias. En resumen, estamos en una etapa de despertar de conciencia, pero todavía falta el compromiso institucional para aprovechar todo el potencial que ofrece esta atractiva área del conocimiento”, concluyó.