
por Fernando Somoza Especial para NA (*)
El gobierno nacional transita una senda inesperada luego de 16 meses de gestión. Con la mayoría de los indicadores económicos negativos debió regresar al endeudamiento que el propio presidente Javier Milei decía en campaña “no necesitar” para sacar al país adelante y dejar de lado la inflación.
Esa inflación, que se activó en el mes de marzo incrementándose un 80% respecto a su número anterior, sigue siendo la más alta en Latinoamérica y buena parte del mundo.
El consumo de la canasta básica continúa “pisado” y el vacío que se registra en los supermercados (a pesar de las promociones) y en los ámbitos mayoristas, es una fotografía que hace décadas no se registraba, ni aún en los tiempos macristas.
Si hay algo que crece en la economía es la desocupación, no sólo por la motosierra estatal sino por el cierre de pymes y grandes empresas que no tienen empacho en tirar la toalla, inmersos en una fuerte desesperanza que por obvias razones afecta a miles de familias trabajadoras.
Es el relato que esconden los 10.000 tuiteros prebendarios que cada día narran la irrealidad que consumen millones y siguen sosteniendo a duras penas el “¿Y si sale bien?” que no es más que una suerte de zanahoria por delante del burro, con todo respeto y sin alusiones personales.
Y las preguntas que surgen al respecto lógicamente son: ¿Qué debe salir bien? ¿Qué tan bien podría irnos? ¿A cuántos y a quienes?
El jefe de Estado en sus discursos hace mención de los “argentinos de bien”, pero no terminamos de saber si encajamos en dicha categoría, porqué también se ha referido en forma despectiva a “los argentinos” como conjunto de la sociedad, en sus discursos a través del mundo, separándose sólo él del resto de esta supuesta chusma.
Hace unos días el diario británico Financial Times, hizo referencia al gobierno argentino como un grupo de “Fans de Donald Trump” que los pone a la espera de que el líder gobernante en EE.UU. les prodigue créditos e inversiones a cambio de fortalecer la colonización moderna que lleva el nombre de globalización, pero con el riesgo creciente de dejar el tendal de desahuciados que tiene el país del norte y que a nadie les importan y que además, podría excluirnos de buena parte del mundo tras la ida del magnate.
Acicateado con la virtual quita del cepo, Milei se muestra ahora sin tapujos dispuesto a tomar deuda, como si eso se convirtiera en una adicción similar a las bebidas energizantes que consume. Así lo hizo saber en sus declaraciones de esta semana referidas a que irán en busca de más “ayuda internacional”.
En ese marco, tan contradictorio y al mismo tiempo ficcional se conoció un informe de la consultora DEMOS que deja en evidencia el desbarajuste económico.
En primer lugar, los analistas de DEMOS remarcaron que el verde en las cuentas fiscales que consiguió la administración nacional "no se corresponde con un fortalecimiento genuino de la economía", sino que "se logró a costa de un ajuste social regresivo, un freno a la inversión pública y una reactivación económica muy acotada, concentrada en sectores especulativos".
"Paralelamente, se asiste a un fuerte endeudamiento en pesos y expansión monetaria, lo que contradice el discurso oficial y pone en duda la sostenibilidad del modelo. A comienzos de 2024 los gastos cayeron estructuralmente licuados por la devaluación del 13 de diciembre y sólo se recuperaron parcialmente para ubicarse finalmente un 27% por debajo del año anterior", graficaron.
Más allá de la poda de las erogaciones estatales, los ingresos también experimentaron un retroceso, aunque en una medida mucho menor: 5% en términos reales en la comparación con 2023. Según los autores del reporte, la merma de los recursos que ingresaron en las arcas públicas es un fiel reflejo de la contracción económica.
Finalmente, los especialistas de DEMOS destacaron, respecto a la deuda, que “durante el primer año de la era Milei se produjo una dinámica de acelerado crecimiento, evaluada en moneda dura (dólares libres, en este caso se toma el dólar Contado con Liquidación -CCL-)" y calcularon que el valor total de los pasivos, contabilizando Tesoro y Banco Central, se incrementó en US$ 97.000 millones.
Todo esto no hace más que reforzar la idea de esta “novedosa adicción” del gobierno de salir a buscar plata al exterior para sostener el relato, con el fin de que “salga bien” al menos antes de las elecciones de medio término. En tanto la pregunta sigue en pie: ¿bien para quiénes y para cuántos?
(*) fersomozaok @gmail.com