04/06/2025 - Edición Nº211

Nacionales

EDITORIAL DE DOMINGO

El debate, en la misa y en la mesa

01/06/2025 08:00 | El futuro y prosperidad de los pueblos, tal como ocurrió hace miles de años, están atados a la cultura y por estos tiempos debiera prevalecer (antes que la tecnológica), la que nos haga entender acerca de los derechos humanos que nos interpelan.


por Fernando Somoza Especial para NA (*)


La democracia está siendo vapuleada debido a los tironeos de los distintos espacios políticos, que de cara a los actos eleccionarios se enfervorizan en torno a la obtención de un cargo que les aporte poder y dinero, sin que este sea el orden necesario para cada caso.

Pocos son los que persiguen el espíritu colaborativo, de ponerse a disposición de sus electores como elemento primordial para mejorar su situación, abocándose prácticamente en un todo a mejorar la propia.

De esa manera, en las últimas décadas el debate de proyectos políticos destinados a la comunidad ya sean a nivel nacional, como provincial y/o municipal; ha sufrido una devaluación en el mismo sentido que la moneda si es que podemos darle un parangón a esta situación, por cierto, preocupante.

Sin ahondar en la cantidad de disparates que coronan la discusión política, nos interesa tomar dos acontecimientos que ocurrieron hace unos días y que muestran que no son los dirigentes ni los partidos políticos, quienes sirven como disparador y que la manipulación de las opiniones por parte de algunos medios hegemónicos, establecen el rango de importancia para las mayorías.

Por un lado, la homilía del arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva pegó de llenó en el gobierno nacional durante el tedeum del 25 de mayo, con frases que resonaron más allá de religiosidad.

“Se está muriendo la fraternidad, se está muriendo la tolerancia, se está muriendo el respeto; y si se mueren esos valores, se muere un poco el futuro, se mueren las esperanzas de forjar una Argentina unida, una Patria de hermanos” dijo el prelado que no olvidó tampoco referirse a las descalificaciones y mensajes violentos de odio que bajan desde las escalinatas de la Casa Rosada y se replican a través de patéticas manifestaciones de fanáticos cegados por un objetivo de acabar con el otro y no de promover el beneficio de todos, como se propone desde el mismo prólogo (preámbulo) de nuestra Carta Magna, a la postre, la que establece las reglas de la Democracia.

Por otra parte, y más banal, fue la discusión que nació en la mesa de la conductora Mirtha Legrand, a partir del comentario del actor Ricardo Darín sobre el precio de las empanadas.

Esa situación tuvo mayor réplica que las palabras de la homilía demostrando como se viraliza lo que consume un pueblo y en ese sentido, nos queda la cabal muestra de la carencia cívica que poseemos y la manipulación premeditada del entorno para quedarnos con la empanada antes que la hostia, sin necesidad de establecer prima facie cuál es más simbólica, sino por lo introspección que podemos desarrollar desde la una como de la otra.

El futuro y prosperidad de los pueblos, tal como ocurrió hace miles de años están atados a la cultura y, por estos tiempos, debiera prevalecer (antes que la tecnológica), la que nos haga entender acerca de los derechos humanos que nos interpelan.

Por ese motivo, la falta de cultura política nos terminará arrastrando a la miseria intelectual como seres pensantes, que más allá del valor de una empanada, tiene una connotación ligada a cuán miserables podamos ser; tanto como aquellos que se desgarran por un poco de poder para terminar tan pobres como siempre, pero con plata.

 

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