17/06/2025 - Edición Nº224

Nacionales

EDITORIAL DE DOMINGO

Cuando a los buenos les toca el infierno

15/06/2025 08:00 | Para quienes hayan tenido la ventura de haber nacido hace más de medio siglo en este país llamado Argentina, si han podido tener en algún momento un minuto de cordura para poder reflexionar al respecto, es posible que no entiendan el porqué de tantas subidas y bajadas.


por por Fernando Somoza Especial para NA (*)


Como si fuera una montaña rusa, en la que además de ir a velocidades truculentas, cada tanto se suelta algún carrito con pasajeros (sin que nadie se inmute), resulta hasta provocativo que, a quien le toca manejar el sistema, lo hace con una crueldad extrema, que linda o atraviesa con alguna patología psiquiátrica, de la cual no estamos capacitados para determinar. Aunque asusta.

Pero dejémonos de metáforas y miremos un poco alrededor (si es que nos animamos), para tratar de entender que una vez más estamos parados sobre el barril de pólvora del que salen varias mechas, mientras al lado, un loquito juega con el encendedor.

A la primera pregunta acerca si somos un pueblo pacífico, podríamos afirmarlo; aunque tal vez nos acerquemos a la categoría de dóciles, si tenemos en cuenta que en la historia de la república pulularon los golpes de Estado motorizados por los grupos de poder económico, acompañados por soldaditos con veleidades.

Asimismo, hubo grandes desbordes sociales que se produjeron inoportunamente contra los gobiernos democráticos, claro está que los de facto resultaron sangrientos.

Sangrientos hacia adentro, pero también hacia afuera, si consideramos la guerra de Malvinas, en la cual nos tocó pagar con jóvenes conscriptos la cuenta de la fiesta que venían celebrando los altos mandos desde “el proceso” de 1976.

No conformes con eso, nuevamente la paz se rompió con los atentados iraníes a la embajada de Israel y la AMIA en 1992 y 1994, cuando un tal Carlos Menem, a través de la mala praxis de gobierno, metió un conflicto por la ventana con el cual nada teníamos que ver; ni en tiempo, ni en espacio.

Ahora volvemos al punto de partida, no se trata de paramnesia sino de historia contante y sonante.

Un presidente que, embebido por su fanatismo religioso, nos sumerge en un conflicto similar, con los protagonistas de entonces, conflictivos por antonomasia; con intereses variopintos por su parte y por parte de los poderosos de siempre que quieren quedarse con el pescado del río revuelto.

En medio de una crisis económica que todavía no sale de la oscuridad por más que la quieran iluminar con focos de mentiras, somos “convidados de piedra” en una crisis mundial en la que no tenemos nada que ganar, pero si mucho por perder.

Nos intentan seducir con la baja de inflación, cuando lo que se inflan son los conflictos; con fábricas que cierran, empleados que pierden sus empleos y jóvenes sin esperanzas.

Para colmo nos suman el miedo, un miedo externo, como el de hace 30 años donde las explicaciones nos confundían más que las explosiones y no alcanzaban los croquis para explicar de qué manera habíamos llegado a ese punto donde medio oriente nos “bombardeaba con fina precisión”, como lo habían hecho los ingleses en 1982 o disparatada y salvajemente los militares argentinos en 1955.

Cómo no recordar el título del film almodovariano y preguntarnos: ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Y al mismo tiempo no entender por qué en este mundo, a los buenos les toca el infierno.

 

(*) [email protected]