La investigación avanzó en un contexto donde todavía no existía en Argentina una mirada sistemática sobre el fenómeno de los asesinos en serie. Las autoridades se enfrentaron a dificultades para unificar causas, interpretar los vínculos entre los hechos y comprender el perfil del agresor. Mientras tanto, cada nuevo episodio reforzaba la sensación de que algo excepcional estaba ocurriendo.